LISTADO DE PICOS

martes, 28 de febrero de 2012

BTT Juslibol-Alfocea-Atalaya Militar-Monzalbarba (circular)


Circular por Juslibol, Galachos, Alfocea, Atalaya Militar de Sobradiel y regreso por las sendas de Monzalbarba y Parque del Agua



26 de febrero de 2012,

   Este fin de semana no he podido subir al Pirineo. El domingo por la mañana tengo un rato libre y decido sacar a mi “burra” a pasear, pues hace ya unos meses que no salgo con la BTT. Hace un día casi primaveral y el cuerpo me pide actividad, así que aprovecharé para rodar por los alrededores de Zaragoza.

   Salgo del garaje y veo que hace algo de cierzo. Decido pedalear en contra del viento para que la vuelta sea más cómoda. Quiero evitar la tentación de rodar alegremente a favor del viento y después sufrir las consecuencias cuando hay que regresar, y al girar la bici para volver a casa te encuentras el viento de bruces y te arrepientes de no haber dado la vuelta antes.

   Hace algún tiempo, circulando por la carretera de Logroño me había fijado que sobre los escarpes al otro lado del río, a la altura de Sobradiel, había una especie de torre militar y algún día quería visitarla, así que hoy es buen día para intentarlo.

  Me acerco al Carrefour del Actur y pongo el cuentakilómetros a cero. Subo hacia Juslibol siguiendo el carril bici junto a las obras del tranvía. Continúo por el pueblo y sigo después por la pista que se dirige hacia los Galachos,  los atravieso, y al salir a la mota giro hacia la derecha (norte) en dirección a las ruinas del Castillo de Miranda, que se divisa en lo alto. Todavía recuerdo cuando hice la mili (si, yo soy de aquellos que hicieron la mili) y simulábamos la toma de la fortaleza, unos defendiendo y otros atacando. A veces me pregunto si aquello lo viví o lo soñé.

   Estoy tentado de subir hacia el Castillo pero como es zona militar decido girar hacia la izquierda por el “Barranco de los Lecheros”, un cauce seco que se inunda de agua cuando el río baja muy crecido. La senda serpentea entre los tamarices. Paso junto a las cuevas excavadas en las paredes de los cortados que hay cerca de Alfocea. Me detengo un momento para visitarlas. Algunas tienen un par de habitaciones y ventanas. Parece ser que estuvieron habitadas por trabajadores que explotaban los hornos de yeso.

   Sigo mi camino hacia Alfocea. Me encuentro con otros ciclistas y gente haciendo footing. Recuerdo que hace ya unos 20 años venía con mi vieja bici por estas sendas a explorar la zona y nunca me encontraba a nadie. Bueno, dejo ya los recuerdos, que parezco el “abuelo cebolleta”.

   Llego a Alfocea, que está enclavado en una pequeña depresión que forman los escarpes al ser atravesados por el antes mencionado “Barranco de los Lecheros”. Los característicos cortados que se aprecian paralelos a la margen izquierda del Ebro durante muchos kilómetros se componen de estratos de yesos, arcillas y margas, sometidos a una erosión continua y marcan una nítida frontera entre la fértil tierra baja y la estepa que se extiende por la meseta superior.

    Subo por la calle principal de Alfocea en dirección al “Mirador”. Allí me detengo un momento para gozar de las vistas. Hace viento y me estoy quedando frío, así que continuo pedaleando en dirección oeste. La pista atraviesa una pequeña alambrada pero no hay puerta, ni barrera ni veo cartel alguno. El paso está libre y veo a una chica paseando con su perro y otros ciclistas así que continúo mi ruta. Imagino que estoy dentro del Campo de Maniobras. Desconozco si se puede entrar libremente pero hay que advertir que si encontramos algún obstáculo o cartel prohibiendo la entrada cada cual deberá acatar su responsabilidad al internarse en “Zona Militar”.

   La pista recorre los escarpes por la zona superior. A mi izquierda tengo una buena panorámica de las huertas del Valle del Ebro vistas desde las alturas. El río, en su viajar sinuoso y tranquilo traza numerosos meandros. En la otra margen se distinguen las poblaciones que se alinean junto a la Autovía de Logroño: Monzalbarba, Utebo, Casetas, Sobradiel, Torres de Berrellén…A mi derecha en cambio,  ofreciendo un gran contraste, se extiende el amplio paisaje estepario de San Gregorio, sin ninguna construcción, salvo alguna antigua paridera semiderruida. Kilómetros de matorral, arbustos y plantas aromáticas se pierden en el horizonte hacia el norte. Al fondo, muy lejos, se vislumbran algo borrosas las cumbres nevadas del Aspe y Bisaurín.

  Llego a un vértice geodésico, en el punto más alto de la denominada “Loma de Utebo”. Ya veo la Atalaya unos 2 o 3 kilómetros más adelante. En el vértice la pista finaliza y se convierte en senda. A partir de aquí hay que perder y ganar altura en un par de ocasiones para salvar algunos barrancos y depresiones. Paso junto a un segundo vértice geodésico y enseguida llego a la Torre, que se encuentra en mal estado y amenaza ruina. Me quedo un rato contemplando el paisaje. Abajo se llega a ver el amarradero de la barca que cruzan los agricultores de Sobradiel para acceder a la fértil vega que ha formado uno de los meandros del río, en el denominado “Soto Candespina”.

   Estando arriba llegan tres ciclistas. Charlo brevemente con ellos. Más tarde, mientras regresaba, me doy cuenta de que me sonaba la cara de alguno de ellos. Luego recuerdo, alguna vez habíamos coincidido en alguna salida de BTT-Zaragoza.

   Es hora de regresar. Desciendo por una pista que baja hacia el río, a la altura de la “Paridera de Candespina”. Me dirijo de nuevo hacia Alfocea, esta vez por la parte baja de los escarpes. Todavía encontraremos algunas cuestas y repechos donde hay que poner el plato pequeño. Ahora voy con el viento a la espalda y avanzo mucho más rápido. Al llegar a Alfocea pedalearé por la carretera algo más de un kilómetro en dirección a Monzalbarba. Cuando llego al río, antes de cruzar el puente, me desvío por la agradable senda que serpentea por los sotos, junto al río, en dirección a los Galachos.

   Tras atravesar de nuevo los Galachos decido completar una circular regresando por una corta pero tupida senda que enlaza con la pista que bordea el amplio meandro de la huerta de Juslibol. Esta pista desemboca varios kilómetros más adelante en el “Parque del Agua Luis Buñuel”.

   Como voy bien de tiempo decido recorrer otra senda que atraviesa todo el Parque del Agua junto al cauce del Ebro. El sendero se interna por un espeso soto de árboles de ribera y después atraviesa otra zona repleta de tamariz y carrizo mientras bordeamos antiguas graveras recuperadas por la vegetación. La senda termina junto al Puente del Tercer Milenio. Para completar la jornada regresaré al punto de partida atravesando el Parque por las inmediaciones de la Torre del Agua, donde multitud de gente está disfrutando de un paseo dominical.

  • Desnivel + acumulado: 450 m
  • Horario total: 3 h. 
  • Distancia recorrida: 44 km.



Castillo de Miranda desde los Galachos de Juslibol



Barranco de los Lecheros, camino de Alfocea


Cuevas de Alfocea


Atalaya a la vista


Atalaya, en estado ruinoso


Contrastes: verdor en la feraz huerta y aridez esteparia delimitada por los escarpes


Camino de regreso a Alfocea


Parque del Agua Luis Buñuel. Torre del Agua


Track del recorrido en Google


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martes, 21 de febrero de 2012

Punta de la Garganta (2.145 m.), circular


Ascensión por el Barranco de Culibillas, descenso por la Glera

19 de febrero de 2012,

   Repetimos la ascensión al Punta de la Garganta,  cumbre que ya visitamos hace un mes, aunque esta vez variamos el recorrido y subiremos por el barranco de Culibillas.

   Nuestra intención era hacer alguna travesía por el circo de Anèou, pero un pequeño frente se ha adelantado y toda la frontera ya está cubierta de nubes a primera hora. Así que decidimos bajar al Parking de Anayet y diseñar algún recorrido por el resguardado barranco de Culibillas.

   Nos acompañan Pachi, Itziar y Jorge. Los dos últimos se están iniciando en el esquí de travesía, por tanto elegimos un trazado bastante asequible y corto con objeto de practicar las técnicas de ascensión con esquís, pues en el descenso comprobaríamos más tarde que necesitaban poca ayuda.

   Comenzamos a foquear pasadas las 10. Pasamos junto al Edificio de la Cafetería de Anayet y nos dirigimos hacia la entrada del barranco de Culibillas. Otros grupos van en nuestra misma dirección. Unos ascienden a pie, otros con raquetas y el resto con esquís, como nosotros. Hay numerosas huellas al ser una ruta bastante transitada ya que lleva a la conocida explanada de los ibones de Anayet.

   En el barranco tenemos buena visibilidad, aunque no luce el sol. Las cumbres que nos rodean, en cambio, están medio ocultas por las nubes. Ascendemos con tranquilidad, el desnivel es muy llevadero. Vamos rodeando el Punta de la Garganta por el sur.

   Pronto divisamos hacia la derecha el amplio collado que da acceso a la zona de la Glera. El Punta de la Garganta ofrece por este collado un suave y accesible flanco occidental, que permite ascender casi hasta la cumbre oeste con los esquís puestos cuando las condiciones de la nieve son buenas. Todo lo contrario ocurre con su vertiente oriental, que muestra una estampa aérea y vertical, como se puede apreciar desde el mismo parking de Anayet.

   Subimos directos hacia el collado practicando las “vueltas maría”. Los otros grupos continúan por el barranco en dirección a los ibones de Anayet. Durante la subida pasamos junto a unos banderines que marcan el recorrido de la carrera de esquí de montaña que se está celebrando esta misma mañana organizada por el Club Pirineos.

   En el collado comienza a caer agua-nieve. Intentamos subir con los esquís puestos la pala que conduce hacia la cumbre, pero las tablas deslizan. Tenemos una capa de nieve suelta sobre una base antigua completamente helada, fruto de la ola de frío que tuvimos hace unos días.

   Para evitar resbalones nos ponemos los crampones y subimos con los esquís cargados en la mochila. Enseguida llegamos a la  base de rocas que precede a la cima. Desde aquí, una fácil y corta trepada nos deja en la cima.  Hacia el este, separada por una delgada cresta, hay otra cima que según los mapas es ligeramente más baja, aunque da la impresión de ser más alta. Recorremos la cresta hasta llegar a la brecha que nos separa de la cima oriental. Decidimos no continuar. Pachi nos espera en la primera cima y Jorge e Itziar se han quedado en el collado, se estarán quedando fríos.

   Destrepamos el zócalo rocoso y nos calzamos los esquís. Bajamos esquiando teniendo cuidado de no resbalar en el hielo oculto. El cielo continúa gris y plomizo. El relieve apenas se aprecia lo cual dificulta bastante el descenso pues  hay que ir muy atentos a los inapreciables cambios de pendiente. El cielo y la nieve parecen fundirse en un mismo tono grisáceo. Las formas desaparecen, el cerebro parece incapaz de interpretar el relieve sin referencias y en ocasiones tenemos la impresión de estar ascendiendo pero los esquís deslizan hacia abajo. Afortunadamente de vez en cuando se abre algún claro fugaz de luz que nos facilita la progresión.

   Descendemos dejándonos deslizar rumbo a la cabaña de la Glera donde confluimos con las pistas de esquí. Ya solo nos falta descender intentando aprovechar y disfrutar al máximo la breve esquiada que nos dejará de nuevo en el parking.

   Terminamos contentos de haber podido realizar una breve travesía matinal a pesar de no gozar de buen tiempo. Es un recorrido corto pero siempre se podrá prolongar ascendiendo a otras cimas cercanas, como los Espelunciechas o el Arroyeras.

  • Desnivel + acumulado: 430 m
  • Horario total: 3 h.  
  • Distancia recorrida: 5,7 km.



Remontando el barranco de Culibillas. Campo de Troya al fondo


Nos desviamos hacia el Collado de la Glera. Otros grupos siguen hacia los ibones de Anayet


Ascendiendo al Collado de la Glera


Recorriendo la cresta del Punta de la Garganta


Pachi saluda. Carlos, más lejos, camina por la cresta


Observando la cima oriental


Track del recorrido en google


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jueves, 16 de febrero de 2012

Bosques de Sansanet, ruta circular


Circular con raquetas desde Forges d’Abel por Sansanet, Somport y regreso por el Camino de Santiago

“Cuando hayas cortado el último árbol, contaminado el último rio y pescado el último pez, te darás cuenta de que el dinero no se puede comer”


12 de febrero de 2012,

   Preciosa ruta por los bosques de Sansanet realizada con abundante nieve polvo en un día gélido pero soleado. Hay que advertir que esta ruta, muy sencilla en ausencia de nieve, puede complicarse tras una nevada si no encontramos la huella abierta. En ese caso resulta casi imprescindible, si no se conoce la zona al detalle, llevar un GPS y dominar su manejo pues la orientación por el bosque puede resultar difícil.

   Hace unos meses, mientras caminábamos por el bosque de Sansanet de regreso de nuestra ascensión a la Cúpula de Secús me grabé mentalmente la idea de volver en invierno ya que me pareció un bosque con cierta magia.

    Para este domingo dan todavía mucho frío pero lucirá el sol. Si a esto le añadimos que en la vertiente francesa podemos encontrar buena nieve polvo, que el viento no se la ha llevado como ha ocurrido en el lado español y además el sol ya comienza a estar más alto, lo que nos permitirá disfrutar de su agradable radiación a pesar de caminar por laderas septentrionales, la conclusión es que hoy puede ser el día elegido para regresar a Sansanet.

    Cogemos el coche y nos vamos hacia Canfranc, donde el viento ya está soplando, lo cual no constituye ninguna novedad, se ha convertido en una constante durante este mes de febrero. Atravesamos el túnel y cruzamos a Francia. Nada más salir del túnel, a unos 400 metros vemos un desvío a mano izquierda que marca “Forges d´’Abel”. Giramos por ahí y descendemos unos 200 metros por la cuesta que nos lleva hacia los edificios de una pequeña Central Hidroeléctrica. Aparcamos en un rellano junto a la puerta de entrada pues el resto del camino está cubierto de nieve y apenas hay huecos para estacionar.

   Son las 10:30 de la mañana y el termómetro del coche marca 13ºC bajo cero. El sol todavía no da en el fondo del valle. Tenemos la sensación de estar dentro de un congelador. Nos armamos de valor y salimos sin perder tiempo. Cargamos las raquetas en las mochilas y subimos un corto tramo de carretera en dirección a Espelunguere. Pronto llegamos al desvío de la senda que se dirige por el bosque hacia el Somport. Aquí ya nos ilumina el sol, lo cual nos regocija.

   Nos colocamos las raquetas y nos internamos en el bosque. La huella está bien marcada. Al parecer los días previos han estado paseando otros raquetistas. Disfrutamos de una buena nieve polvo que no ha podido transformar con las temperaturas tan bajas. Parece recién caída. A ambos lados de las senda se alternan grandes ejemplares de hayas con vetustos abetos de gran porte. Las ramas están todavía tapizadas de nieve. La sensación de caminar por el bosque alfombrado de blanco sintiendo en la piel los titilantes rayos de sol filtrados por las ramas es absolutamente gratificante. Una sensación de armonía se apodera del caminante.

   Mas no debo ensoñarme y me concentro en el GPS ya que hay algunos desvíos que nos podrían confundir. Tras la primera subida llaneamos un rato y atravesamos algunos prados donde le nieve virgen brilla fulgurante. Millares de minúsculos destellos arrancados por el sol. Ya no sentimos frío. Me sobran los guantes. Dejamos a nuestra izquierda, un poco más abajo, el pequeño y helado lago de Anglés. Cuesta creer que muchos metros justo debajo de nosotros esté horadada la montaña por el túnel de Canfranc, por donde circulan los coches.

   Hacia el Sur vemos asomar las altivas y rocosas cumbres de la Llena del Bozo y de la Garganta, que se elevan sobre el paraje denominado “La Chorrota”. A la izquierda de las mismas también emerge la cima del Aspe, encaramada sobre la Tuca Blanca, que quiere taparla. Se adivinan trazas de nieve arrancada y arrastrada por los vientos que dominan en las alturas. La Tuca Blanca, más cercana, también reclama su protagonismo, vestida de blanca como su nombre reza, cubiertos de nieve los abruptos pliegues de sus umbrías murallas. Paredes que hacia el norte se desploman sobre el Paso del Aspe y La Ciudad de Piedra.

   Seguimos caminando un buen rato y pronto escuchamos voces. Ya estamos cerca del concurrido parking de Sansanet donde muchos excursionistas inician la ruta que asciende al Ibón de Estanés por Francia. Obviamos el desvío que se dirige a Estanés, por donde vemos subir a más gente con raquetas. Nosotros cruzamos un pequeño puente y nos internamos en las profundidades del bosque de Sansanet, siguiendo las marcas del recorrido denominado “Tour du Val d’Aspe”.

   En esta senda ya hay pocas huellas y decrecen en número conforme avanzamos. Llegamos al barranco de “La Gave d’Aspe”, que debemos cruzar, y aquí desaparece definitivamente todo rastro de pisada humana. Yo recordaba haber visto dos pequeños puentes cuando recorrí esta senda hace unos meses. Remonto un poco el barranco, que no tiene ninguna complicación, y encuentro los puentecillos cubiertos de nieve, inmaculados. Los cruzamos. Continuaremos ahora un par de kilómetros por el interior del bosque, abriendo el camino, inventando la huella. Este tramo lo hacemos despacio, las raquetas se hunden en la nieve y debo ir pendiente del track en el GPS en todo momento. Hay algunas señales en los árboles pero son escasas y están muy descoloridas, así que mejor tomárselo con calma y no despistarse.

   Poco a poco hacemos camino y ascendemos. Por momentos llego a sentirme como Jeremiah Johnson , bonita película que descubrí de niño y de la que guardo grato recuerdo. Eso sí, sin osos ni indios acechando entre la maleza.. Finalmente desembocamos en un cruce donde volvemos a encontrar huellas. Un cartel indica “Causiat”, lo que significa que estamos al lado de las pistas de esquí de fondo de Somport.  Subimos un poco más y ya vemos a lo lejos algunos esquiadores, con su rítmico y característico paso, alternando acompasadamente movimientos de brazos y piernas. Alcanzamos la pista de fondo por donde deberemos de caminar en dirección a la carretera hasta enlazar con el Camino Francés de Santiago.

   La pista está bien pisada lo que nos permite avanzar a buen ritmo.. Nos encontramos a nuestros amigos Soco y Javier que están de cursillo. Los saludamos y continuamos nuestro viaje. Llegamos a la carretera y descendemos unos metros para desviarnos enseguida por el Camino de Santiago. Esta senda también dispone de abundantes huellas. Atravesamos amplios prados cubiertos de nieve esponjosa. Seguimos disfrutando de sol y frío.

   Llegamos de nuevo a las proximidades del parking de Sansanet donde varias familias disfrutan de la nieve y juegan con trineos. A partir de aquí volvemos a toparnos con la desconcertante y repentina desaparición de huellas. Parece que todo el mundo se ha limitado a caminar de común acuerdo desde el Somport a Sansanet con el pacto tácito de no adentrase más allá.  

   Otra vez tendremos que ir muy atentos del GPS pues el camino se introduce por un estrechamiento y luego recorre unas laderas por donde cuesta creer que discurra senda alguna dada la perfecta uniformidad de la nieve. Voy abriendo huella despacio mientras nos alejamos paulatinamente de la carretera. Cruzamos alguna barranquera donde nos hundimos hasta la ingle y pasamos después por un tramo ligeramente expuesto, aunque sin gran peligro gracias a la abundancia de nieve. Algunas huellas de animales cruzan y parecen intentar confundirnos el camino.

   Afortunadamente hace sol y vamos con buen margen de tiempo pues en esta parte avanzamos muy despacio. De pronto se me acaban las baterías del GPS. Menos mal que he sido previsor y llevo otras de recambio, pues con el frío se agotan antes. Pasamos por una ladera inclinada y mientras la bordeo veo que la nieve parece adoptar la forma cóncava de una senda entre los árboles. Me alegro porque nuestro ritmo cada vez era menor y ya empezaba a plantearme regresar sobre nuestras huellas y bajar después por la carretera.

   Elena está cansada y se le alegra la cara al ver como el camino mejora. Poco a poco se va tornando más ancho y con menos pendiente. Al cabo de unos quince minutos, entre los árboles nos llegan los ecos del ruido de coches con lo cual nos estamos acercando a la “civilización”. Todavía tendremos que caminar un buen rato hasta alcanzar la carretera, muy cerca del cruce de Forges d’Abel donde hemos aparcado.

   Tras unas seis horas de caminata llegamos cansados pero realmente contentos de haber recorrido unos parajes tan bonitos con su pequeña dosis de aventura.

  • Desnivel + acumulado: 640 m
  • Horario total: 6 h.  
  • Distancia recorrida:16 km.


Salimos de Les Forges d'Abel, al otro lado del túnel de Canfranc


Entramos en el hayedo con abundante nieve polvo


Elena sigue el marcado camino, como en el Mago de Oz


Otro tramo de bosque


Magníficos parajes tan cerca de nuestra tierra


La naturaleza también crea sus obras de arte. Bonita escultura natural


Dominando el paraje de "La Chorrota" sobresale la Llena del Bozo


Nos adentramos en lo más profundo del bosque de Sansanet


Bonitos ejemplares


Durante un buen tramo debemos abrir huella, y dibujar el camino


Las pistas de fondo del Somport están enclavadas en un gran entorno natural


Bajamos al encuentro del Camino de Santiago


Precioso abetal con la Cúpula de Secús asomando por detrás


Cruzamos un puentecillo. El Acué o Gabedaille al fondo


Zoom a la Cúpula de Secús, donde subimos hace unos meses


Estampa invernal en el parking de Sansanet


Otro tramo sin huellas, avanzamos lentos y atentos al GPS


El bosque de nuevo


Track del recorrido en google


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 Otras excursiones por la misma zona:
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martes, 14 de febrero de 2012

Chipeta Alto (2.180 m.)


Ascensión con esquís desde la Selva de Oza (Valle de Hecho)


11 de febrero de 2012,

   Hoy nos desplazaremos con el equipo de "Rutas Mur" hasta el Valle de Hecho para ascender con esquís al Chipeta Alto. El pasado mes de noviembre ya lo subimos haciendo una ruta de senderismo y nos propusimos volver con los esquís. Como a cabezones nos ganan pocos, aquí estamos, a pesar de los pronósticos de frío siberiano. Sabemos que lucirá el sol, así que bien abrigados no hay porque que tener problemas.

   Subimos con los coches por la carretera de la Selva de Oza hasta el campamento Ramiro el Monje donde ya no se puede continuar por estar el resto del camino cubierto de nieve.

  A pesar del frío somos bastantes los que hemos decidido no quedarnos en casa. En el aparcamiento hay grupos de lo más variopinto: traveseros, raquetistas, cazadores de jabalí, militares de maniobras y algunos haciendo esquí de fondo por la pista que sube hacia Aguas Tuertas.

   Nos equipamos y comenzamos a foquear por la pista nevada en dirección a la Casa de la Mina, en Guarrinza, donde se suele aparcar el coche en verano. Frente a nosotros, al noroeste, podemos admirar las verticales paredes de la cara sur del Chipeta, que desde esta perspectiva parece inexpugnable.

   Cuando hemos recorrido alrededor de un kilómetro y medio nos desviamos a la izquierda para cruzar el puente que salva el Río Aragón-Subordán con objeto de enlazar con la subida del GR11 hacia el collado de Petraficha. Todavía tendremos que recorrer algo más de medio kilómetro por este otro lado del río antes de iniciar la ascensión.

   Vemos a los militares que están construyendo un iglú junto al camino. A nuestra izquierda asoma de nuevo, por encima del bosque, la imponente silueta del Chipeta, esta vez mostrándonos el afilado perfil de su cara Este. Antes de llegar al barranco de Acherito comenzamos a subir por las lomas de nuestra izquierda, siguiendo de forma intuitiva el oculto trazado del GR11.

   Carlos y Javier van delante y los perdemos de vista. Ellos subirán por la parte baja del barranco de Acherito,  por un tramo que coincide con la ruta que lleva hacia el Paso de Anzotiello. Nosotros seguimos ascendiendo por el camino normal que pasa por encima de la cabaña de Saburcal.

  Conforme ascendemos la nieve escasea más, cuando debería ser justo lo contrario. La parte alta de la montaña está muy venteada. Una pena que haya desaparecido toda la nieve que cayó hace una semana, arrastrada por los fuertes vientos. Vamos buscando los rastros de nieve para no tener que quitarnos los esquís. Finalmente llegamos a un tramo completamente pelado donde no nos queda otro remedio que descalzarnos las tablas y portear unos quince minutos.

   Pronto encontramos otra vez nieve continua y nos reencontramos con los “desaparecidos” Carlos y Javier, que han subido por una vaguada desde las proximidades del barranco de Acherito.

   Seguimos foqueando en dirección al ya visible collado de Petraficha. (1.960 m.). En la parte final la nieve está helada y tenemos que poner cuchillas. Al asomarnos al collado notamos el viento gélido en la cara. Allí nos espera Javier, aguantando estoicamente las ráfagas heladoras pues ya lleva un rato en el collado. Javier está muy fuerte, se nota que juega en “otra liga”.

   La pala que sube hacia la cumbre del Chipeta está helada, cosa que ya nos temíamos, así que dejamos los esquís en el collado y subimos con los crampones.  Es una pena no poder esquiar la pala somital ya que es donde más se disfruta. De nuevo Javier sale el primero y en un santiamén ya está en la cima. Nosotros vamos más despacio, la subida es tendida pero se hace un poco larga ya que la cumbre está más lejos de lo que parece.

   Hago pocas fotos. Las manos se quedan insensibles en breves segundos si las sacas de los guantes. Con el viento la sensación térmica es de muchos grados bajo cero. Afortunadamente en la cima no sopla muy fuerte. Las vistas desde la cumbre son muy buenas. Las montañas al otro lado de la frontera están mucho más blancas, parece que allí no ha soplado tan fuerte el viento.

   Descendemos unos metros buscando un resguardo y comemos un poco. Bebemos un poco de té caliente. Que gran invento resulta el termo en días tan fríos. Seguimos bajando, recogemos los esquís y descendemos del collado con los crampones huyendo del viento helador.

   Cuando estamos a resguardo nos colocamos los esquís y comenzamos el descenso. Bajaremos por las cercanías del barranco de Acherito donde parece que hay más nieve. No obstante tendremos que quitarnos los esquís en algunas ocasiones y sufriremos algún “raspazo” en las suelas que duele como si te lo hubieras hecho en la planta del pie, sobre todo cuando llevas esquís casi nuevos.

   La esquiada no es buena debido a la escasez de nieve. Se trata de descender haciendo una larga diagonal, intentando remar lo menos posible y cuidando de no tropezar con las hierbas o piedras que afloran por doquier. Cuando llegamos a las proximidades de la Casa de la Mina todavía tendremos que recorrer los casi tres kilómetros de pista que nos separan del coche, que se hacen un poco largos ya que presenta algunos sube-bajas donde hay que progresar con el paso del esquiador de fondo. Al menos, con el vigoroso ejercicio que supone no nos quedamos fríos.

  • Desnivel + acumulado: 1.130 m
  • Horario total: 6,5 h.  
  • Distancia recorrida:18 km.


La típica estampa del Chipeta, como la proa de un gigantesco barco de piedra. Lomas venteadas


Javier foqueando hacia el barranco de Acherito con el pico homónimo al fondo


La nieve disminuye al ascender. Castillo de Acher y Agüerri en la lejanía


Contraste de lomas venteadas sin nieve y el valle cubierto de nieve


Saliendo al collado de Petraficha


Subiendo al Chipeta. Loma final


Rafa progresa por el amplio lomo con los Alanos y Quimboa Bajo a su espalda


Cima del Chipeta


Bajando. Bonita estampa de las cumbres de la divisoria Anso-Hecho, desde la Mesa hasta el Petraficha


Track del recorrido en google

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lunes, 6 de febrero de 2012

Mojón Alto (1.281 m.), Sierras de Vicort y del Espigar


4 de febrero de 2012,

   Nos apetece caminar, a pesar de la ola de frío siberiano. Tampoco debería ser noticia tan recurrente que haga frío en invierno, pienso yo, al fin y al cabo es algo lógico y normal. Visto el panorama, descartamos el Pirineo y nos trasladamos a una de las pequeñas sierras de la Ibérica, al sur de Zaragoza, donde estaremos más resguardados y no tendremos problemas de nieve.

  Elegimos la Sierra de Vicort, acotada entre los Ríos Grío y Perejiles. Concretamente caminaremos por la pequeña Sierra del Espigar y ascenderemos a su máxima elevación, el Mojón Alto (1.281 m.).

  Prácticamente toda la ruta discurre por pistas. Parece una zona apropiada para recorrer con bicicleta de montaña pues las pistas son perfectamente ciclables y se pueden diseñar variados itinerarios. Algún día intentaremos volver con la BTT.

   Caminaremos por bosques de pinos carrascos, muchos de ellos de repoblación. También abundan las encinas, aliagas, jaras, tomillo y otros matorrales. En la vertiente norte, coincidiendo con la parte final de la ruta, aparecen pinos silvestres, siendo esta zona más bonita ya que se muestra en estado más natural.  Quizás tanta profusión de caminos y cortafuegos le quitan encanto a la ruta, pero colmará nuestras ansias de caminar en un día bastante frío.

  El punto de inicio de la ruta se encuentra a unos 4 kilómetros de la población de Codos, siguiendo la carretera comarcal en dirección a Miedes. Para llegar a Codos nos desplazaremos a Cariñena y desde allí seguimos la carretera comarcal que pasa por Aguarón y después asciende al Puerto de Codos, pasando justo al lado del Pico Valdemadera donde hay unas antenas.

  Aparcamos el coche en una pista que nace a mano derecha, donde veremos un cartel indicador y marcas de PR (altitud 850 m.). Estamos a un grado bajo cero, nos abrigamos bien y comenzamos a caminar ascendiendo por la pista forestal, lo que será la tónica general durante el día. Hace sol y los pinos nos protegen del viento con lo cual pronto tenemos sensación de calor y sobran hasta los guantes.

  Durante el trayecto encontramos numerosos cruces y carteles indicadores de varios recorridos. Yo llevo un track en el GPS y lo seguimos ya que se trata de una ruta circular que nos permitirá recorrer la Sierra del Espigar casi en su totalidad.

   Tras caminar algo más de una hora pasaremos junto a un refugio y en este punto iniciamos la ascensión hacia el monte Mojón Alto. El camino asciende suavemente durante unos 4 kilómetros para salvar unos 280 metros de desnivel.

   Salimos a la parte superior del cordal, no hay árboles y aquí se nota el viento gélido. Llegamos al vértice geodésico de la cima. Hacemos unas fotos y vemos a corta distancia, al noroeste, el Pico del Rayo (1.420 m.), máxima cota de la Sierra de Vicort. Se encuentra espolvoreado de nieve en la cumbre. Hacia el norte está cubierto y no podemos ver el Pirineo, algo factible en días claros.

   Continuamos recorriendo el cordal de la sierra en dirección noroeste. Perderemos altura por un amplio cortafuegos. Conforme descendemos amaina el viento y volvemos a recuperar el calor. Entramos de nuevo en el bosque y continuamos caminando por pistas en buen estado. Llegamos a un segundo refugio donde paramos a comer. Después continuamos por la pista que va girando poco a poco en sentido horario y en ligero ascenso, rodeando un gran montículo, hasta retomar la dirección de regreso al coche. Ahora caminaremos por la vertiente norte de la Sierra, entre altos pinos albares.

   Recorreremos todavía unos cuatro o cinco kilómetros y pasaremos durante el camino por un tercer refugio antes de volver a enlazar con la pista por donde transitábamos a primera hora. Ya solo nos falta retroceder por la pista un par de kilómetros más, en suave descenso, hasta llegar de nuevo al coche.

  • Desnivel + acumulado: 750 m
  • Horario total: 4 h. 50 min. 
  • Distancia recorrida: 20 km




Caminamos por pistas. Los pinos nos protegen del viento


Suavemente ascendemos hacia la cima del Mojón Alto


Cima del Mojón Alto. Aquí hacía frío, algo normal en invierno ¿no?


Bajamos siguiendo la pista que recorre el cordal


Track en google

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