Recorrido de la Calcenada en
BTT con salida y llegada en Lituénigo. Una crónica del recorrido en primera
persona
2 de junio de 2012,
Hace un par
de años que me venía rondando por la cabeza intentar la Calcenada en BTT. Es
una prueba dura y exigente, no en vano combina las dos cifras 100-2.000 (100 kilómetros de
recorrido y más de 2.000
metros de desnivel positivo acumulado). Para un simple
aficionado a la bicicleta de montaña son datos que, combinados en un mismo
recorrido, nos indican que no se trata
de un simple paseo.
Si a esto
añadimos el calor, el reto se convierte en bastante exigente.
Como se trata
de una prueba personal decido que haré el recorrido sin prisas, parando para
hacer fotos y tomándomelo con calma, pues solo quiero ver si soy capaz de
completar la ruta. No
he llevado ningún entrenamiento previo especial, simplemente he hecho algunas
salidas los fines de semana anteriores. No se si estaré preparado, pero uno nunca
lo sabe a menos que afronte el reto.
En general el
75% del trayecto discurre por pistas de tierra en buen estado y un 25% transita
por carreteras locales. Casi todo el recorrido está marcado con marcas blancas
y rojas de sendero GR. Si se está en muy buena forma se puede realizar todo el
recorrido subido en la bici, aunque lo normal para el aficionado medio es tener
que desmontar en algún tramo ascendente.
Este fin de
semana me encontraba en tierras riojanas. Por este motivo, como haré la prueba
en solitario y a mi aire, elijo como punto de partida la localidad de Lituénigo (734 m.), simplemente
porque es el punto más cercano para desplazarme. Al fin y al cabo se trata de
un recorrido circular.
Capítulo 1- De cómo me topé
con un corzo volador
Dan un día
muy caluroso y decido madrugar. Un poco antes de las siete de la mañana
comienzo a pedalear. Debo dirigirme hacia el cercano pueblo de Litago (777 m.). Lo que yo
suponía un comienzo suave se inicia con una rampa dura por un camino algo roto,
con piedras sueltas. Le sigue una bajada y de nuevo otro tramo duro de subida.
No llevo ni quince minutos y ya estoy sudando y jadeando. Como todo sea así no
llegaré muy lejos.
Supero la
población de Litago y para mi tranquilidad compruebo que la calidad de la pista
mejora mucho. Así pues me relajo un poco y continúo en dirección a la Central
de Morca (1.000 m.). Recorreré
unos 4 km.
por pista mientras gano altitud hasta desembocar en la carretera que sube hacia
el Santuario del Moncayo. Continúo 1
km. por la carretera antes de desviarme hacia Añón,
pasando junto a la
Central Eléctrica.
La carretera
de Añón se recorre pendiente abajo así que me dejo llevar sin dar pedales. Es
temprano y en la penumbra no hay mucha visibilidad. Voy tan sigiloso que en una
de las curvas me doy un susto de muerte pues de entre la maleza aparece un
corzo que casi me lo trago entero. No se quién se asustó más, el animal o yo,
pues me lanzó una especie de bramido y lo vi desaparecer como alma que lleva el
diablo dando grandes botes por el bosque. Yo paré en seco y me quede al borde
de la cuneta algo atónito.
Tras esta
especie de alucinación, que es como lo recuerdo, sigo con cuidado por la carretera. Antes
de llegar al pueblo hay que desviarse por una pista de tierra a mano derecha
que desciende hacia un merendero para cruzar un puentecito medieval (784
m.) que salva el río Huecha. Desde aquí
continuaremos hacia la localidad de Alcalá
de Moncayo (785 m.).
A la izquierda disfrutaremos durante el recorrido de buenas vistas del caserío
de Añón de Moncayo.
Capítulo 2- De la contemplación
de las Peñas de Herrera y el reencuentro con la serpiente de la Tonda
Llegamos a
las afueras de Alcalá y giramos rumbo sur en dirección a las vistosas Peñas de
Herrera que nos ofrecerán una bonita estampa durante varios kilómetros de
trayecto. La pista se desviará más adelante hacia la izquierda para iniciar la
subida hacia el Collado Negro (1.008 m.). El último
tramo está asfaltado lo que facilita la ascensión.
Alcanzado el
collado, que no se me hace duro, iniciamos ahora el descenso hacia el cercano
pueblo de Talamantes (890 m.). Llegamos al
pueblo por el norte rodeando las ruinas del castillo. Cruzaremos el pueblo
descendiendo sus calles y nos desviamos por una senda que se eleva hacia la
cercana ermita de San Miguel. Aquí enlazaremos con una pista que parece
alejarnos del Moncayo. A nuestra izquierda veremos la carretera de Talamantes,
que cada vez iremos dejando más lejos. Nos dirigimos hacia el Collado la Tonda (1.145 m.).
La pista va
tornando hacia el sur mientras supera varios altibajos. Esta es la tónica
general del recorrido, cuando ganas altura la vuelves a perder para salvar
alguna depresión o barranco que cruza el terreno. Me tomo la subida con calma.
Cuando estoy alcanzado la cota más elevada veo una serpiente deslizándose junto
al camino. Me alejo instintivamente y me doy cuenta que cuando estuve caminando
por esta misma zona hace unos meses vi una serpiente muy parecida, ¿será la misma? Corono el collado y veo el Monte La Tonda a mi derecha (oeste).
De nuevo toca
bajar, así que desciendo con cuidado, sin coger mucha velocidad ya que voy solo
y hay que ser prudente. La pista desemboca en la carretera de Calcena (820 m.), que habrá que
recorrer durante varios kilómetros antes de llegar a dicha localidad.
Capítulo 3- Del descanso en
Calcena y la dura subida al Tablado
Son las 10 de
la mañana cuando entro en Calcena, localidad donde se inicia cada año la
Calcenada oficial. Llevo un horario mejor del esperado, y eso que voy bastante
tranquilo. Decido tomarme un descanso y paro para comer algo de fruta y
repostar agua.
Tras el breve
reposo vuelvo a subir a la bici y me dirijo hacia Purujosa (911 m.). Este tramo discurre por la carretera en
ligera subida. Rebasado el pueblo de Purujosa, cuyo caserío queda a nuestra
derecha en lo alto, nos desviamos por una pista hacia la izquierda. Aquí
comienza la dura ascensión al Collado
Tablado (1.354 m.),
frontera con Soria.
La pista
asciende por la margen orográfica derecha del barranco Matarranas. La mañana ya
está bastante avanzada y el sol brilla fuerte, el viento no sopla en esta
vertiente y los kilómetros acumulados en el cuerpo ya se van notando. La parte
final de esta ascensión se me hace muy dura, pero lo que más noto es el asfixiante
calor, se hace difícil respirar. El ambiente es sofocante, como el que precede
a una tormenta, que descargaría esa misma tarde.
Me tendré que
bajar de la bici hasta en tres ocasiones jadeando y empapado en sudor. Intento
descansar un poco subiendo a pie. La espalda también agradece un cambio
postural.
Por fin llego
al collado y se abre ante mí el altiplano soriano al sur del Moncayo. Un soplo
de viento fresco inunda mis pulmones y me siento muy aliviado. Me tumbo un rato
en una sombra en el collado y bebo abundantemente. Frente a mí, en lo alto de
las lomas del Tablado, varios aerogeneradores giran pausados, oigo el zumbido
de las palas mientras se agitan incansables. Pronto me noto recuperado.
Capítulo 4- Del periplo por
tierras sorianas
Ahora
pedalearé en dirección a Borobia (1.123 m.). Las pistas
son buenas y discurren entre campos de cereal con buenas vistas de la vertiente
sur del Moncayo. En las laderas más bajas me llama la atención una extensión de
color rojo que contrasta llamativamente con los colores ocres y verdosos. Me
fijo bien y llego a la conclusión de que se trata de miles de amapolas
agrupadas en un bancal, parece un criadero de opio.
Llego a
Borobia y de nuevo recargo agua en la fuente del pueblo. Menos mal que puedo
aprovisionar pues en caso contrario hubiera sido imposible completar la ruta.
Desde Borobia
el trayecto irá girando rumbo norte en dirección a Cueva de Agreda pero antes pasaré
por el suave Collado de Tranca (1.277 m.). Acompañado
de campos de secano salpicados por alguna paridera y algún árbol aislado nos
iremos acercando a las faldas del Moncayo hasta alcanzar Cueva de Agreda (1.291
m.). En este tramo por tierras sorianas he acumulado
bastantes kilómetros ya que los desniveles son muy llevaderos y se rueda
alegremente.
En Cueva de
Agreda haré una última parada para abastecerme de agua y encarar la última
subida del día. Se trata del Collado del
Canto Hincado (1.479 m.),
máxima cota del trayecto. No obstante esta subida se me hace mucho más llevadera
que la del Collado
Tablado pues el desnivel desde Cueva de Agreda es de unos 200 metros solamente.
En el collado
me doy cuenta que la prueba está vencida pues casi todo lo que resta de
recorrido es en descenso. Como veo que el cielo se comienza a cubrir decido no
perder tiempo y comienzo a bajar. A la izquierda disfruto de infinitas vistas
de la zona oriental de Soria. Abajo se distinguen las grandes poblaciones de
Ólvega y Ágreda. Paso junto al “Mirador de los Cejos” y me detengo un rato a
contemplar el paisaje.
Capítulo 5- Del fin de mi
viaje y el incidente con un fiero can
Continuo el
descenso mientras la pista va girando hacia el este, intuyo que voy completando
poco a poco la circular al Moncayo. Paso cerca de Aldehuela y Vozmediano, que
quedan a mano izquierda pero algo alejadas. En un bache se me apaga el GPS y
tengo que parar. Vuelvo a conectarlo y continúo. No he recorrido ni un
kilómetro cuando se vuelve a apagar. Cambio las pilas y prosigo. De nuevo en un
bache se apaga. Esto no me gusta nada. Creo que de tanto traqueteo el aparato
ha acusado las vibraciones y hace mal contacto. Ya había oído que esto les
había ocurrido a otros ciclistas.
Continúo muy
despacio, intentando una conducción suave, aunque se me apagará en varias
ocasiones más antes de terminar la ruta lo que me hará perder algo de tiempo.
En las
proximidades del Sanatorio de Agramonte
(1.063 m.)
me incorporo a una carretera local. Bajo seguidamente hacia San Martín de Moncayo (829 m.), siempre por
asfalto, sin dar pedales, viene bien descansar las piernas. En este último
pueblo me desvío finalmente a Lituénigo, por una pista que vuelve a ascender,
pero no serán muchos metros.
Llegando a
Lituénigo por el norte, en una granja ubicada a escasos 500 metros del pueblo,
donde el camino comienza a descender, me encuentro a un perro junto a una
granja y se me encara. Otros dos perros están atados a la orilla del camino y
ladran muy furiosos. El perro que está suelto me gruñe con cara de pocos
amigos. Me detengo e intento pasar despacio, sin asustarle. Cuando estoy a un
par de metros se me abalanza y me muerde en la pierna.
Suelto los
frenos, intento zafarme y le grito para que me suelte. Abre la mandíbula y
afloja la presa pero lo llevo casi cien metros pegado a la pierna. Siento su
aliento junto a la herida mientras continua gruñendo furioso. Por fin se para y
entonces noto el dolor punzante de la herida. Me miro la pierna y veo un hilillo de
sangre y las marcas del mordisco. Más tarde pasaré por el ambulatorio para
hacerme una cura, menos mal que ha sido al final del trayecto. Me parece muy irresponsable
que el dueño del perro lo deje suelto en un camino público. Sirva de atención a
los paseantes y ciclistas que paseen junto a la granja.
Salvo por el
incidente con el perro llego muy contento de haber finalizado el recorrido. En
Lituénigo saludo a mi amiga Clara y su familia, ya que había aparcado al lado
de su casa, y a quienes agradezco su amabilidad, aunque yo debía de llevar unas
pintas de asustar, tan sudado y agotado y después del incidente con el perro.
Sin perder mucho tiempo cargo la bici y regreso con intención de darme una
buena ducha, curarme la herida y reposar el resto de la tarde.
Y hasta aquí,
amigo lector, la narración de mi viaje, tal y como lo recuerdo, que pudiera no ser
como sucedió.
- Desnivel + acumulado: 2.382 m.
- Horario total: 7 h.
56 min.
- Distancia recorrida: 100
km.
- IBP Index: 196 AB
Pedaleando a primera hora cerca de Morca. Moncayo al fondo
Las Peñas de Herrera ascendiendo al Collado Negro
Por tierras sorianas, camino de Borobia
Collado La Tranca. Largas pistas con el Moncayo al fondo
Subiendo al Collado del Canto Hincado, última ascensión del día
Una parada en el Mirador "Los Cejos" para contemplar el paisaje
Track del recorrido
Perfil del recorrido
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