LISTADO DE PICOS

viernes, 29 de noviembre de 2013

Panticosa, esquí de travesía

Inicio de la temporada en la Estación de Panticosa

Pacino, Midi entre nubes y Peña Foratata

24 de noviembre de 2013,

  El sábado al amanecer soplaba un viento muy fuerte y se acumulaban unos centímetros de nieve en la carretera de Panticosa. Algunos coches circulaban con cadenas.

  Temiendo que el domingo fuese más de lo mismo pensé que tendría que posponer mi primera salida con esquís. No me apetecía pelear contra el viento, y además tenía molestias en una pierna después de una caída tonta.

  Por la noche me dice Carlos que el domingo estará con Ana en Panticosa. Si me levanto sin molestias me uniré a ellos para hacer una ruta suave, un primer contacto con la nieve.

  Sorprendentemente amanece soleado y con viento flojo. Quedamos junto a la telecabina en Panticosa, nos calzamos los esquís y comenzamos a foquear por la pista que sube por el bosque.

   Realizaremos un recorrido sin prisas, charlando tranquilamente. Nos encaminamos hacia Peña Robla pero vemos que la cima está totalmente venteada así que continuamos por las pistas hacia Petrosos.

   Descansamos al sol en unos bancos junto al edificio de la telecabina. Por la parte alta sopla bastante fuerte, se ven muchas “fumarolas”, así que ni nos planteamos seguir hacia el Mandilar. Hay bastantes grupos con raquetas y esquís disfrutando de la nieve y del sol. La estación está bastante concurrida.

   Hacemos nuestro primer descenso de la temporada por la pista de “Selva Verde” en dirección al “Bosque”. La nieve fuera de pistas tiene un poco de costra y no admite muchas florituras.

  Las zonas expuestas al viento están bastante peladas, así que nos limitamos a bajar por la huella pisada de regreso a Panticosa. Vistos los estragos del viento vemos difícil que puedan abrir la Estación este próximo fin de semana.

  • Desnivel + acumulado: 700 m.


Por la pista del Bosque. Sierra de la Partacua al fondo


Peña Telera


Desvío hacia Peña Robla


Ascendiendo a Peña Robla


Lomas venteadas. Urbanización de Panticosa a la dcha. El Pueyo de Jaca asoma a la izda. y Escarrilla arriba


Área de Petrosos. El Pico del Verde al fondo


Descendiendo hacia la pista de "El Bosque"


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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Pueblos abandonados de La Solana

Circular por Giral, Castellar, Semolué, Cájol, Burgasé y Gere

Burgasé, el que fue "Cabeza del Municipio" de La Solana

24 de noviembre de 2013,

   Para un día ventoso y frío de noviembre hemos elegido un recorrido por el Valle de la Solana del Ara. Visitaremos varios pueblos que fueron abandonados en la década de los sesenta, expropiados con objeto de emprender una repoblación forestal previa a la construcción del embalse de Jánovas,  polémica obra hidroeléctrica que nunca se llevó a cabo.

   Todos ellos se encuentran al norte del barranco de la Guarga de Cájol. Caminaremos por la vertiente sur de las sierras  Salinera y Bolave, una sucesión de cumbres de escasa altitud que no rebasan los 2.000 metros y que constituyen la divisoria de los Valles de Vió y Fanlo por el Norte y la cuenca del Ara por el Sur.

   Para ser estrictos deberíamos apuntar que los pueblos no están realmente deshabitados pues en ellos residen algunos neorrurales o hippies, no se bien como llamarlos. En casi todos los núcleos se puede encontrar alguna vivienda o casona habitada. Con el cultivo del huerto, la crianza de animales y los recursos que les proporciona la naturaleza se dan vida a la vieja usanza. El resto de edificaciones abandonadas se deteriora día a día y van siendo engullidas por la maleza.

  El sábado recogemos a Silvia, JC y Pol en Sabiñánigo y salimos por la carretera de Fiscal. Después continuamos en dirección a Boltaña durante casi nueve kilómetros. Al poco de pasar por Lacort cruzamos el puente del barranco de la “Guarga de Cájol” e inmediatamente nos desviamos por una pista a mano izquierda.

   Tendremos que ascender casi 3 kilómetros para llegar a Giral. En algunos trechos el firme está algo roto y erosionado, hay que ir con cuidado si subimos con un turismo.

   El recorrido del track que he publicado transcurre en su mayor parte por pistas. También hay algún corto tramo de senda y un segmento de cabañera.

   (*) Nota: he redibujado parcialmente el track para evitar dos tramos de pinar que nosotros atravesamos y que “teóricamente” permiten acortar el recorrido. He preferido retocarlo porque en ambos “atajos” no existe senda y está bastante cerrado de vegetación y también hay algunos muretes de piedra entre bancales que es preciso sortear. Realmente no presentan dificultad, salvo la incomodidad de “jabalinear” caminando entre bojes y matorral.  De todas formas si a alguien le interesa le puedo proporcionar el track real. Salen un par de kilómetros menos pero no suponen ahorro de tiempo, más bien al contrario pues por la pista se camina mucho más rápido.

   Comenzamos nuestra excursión desde Giral (905 m.). En la parte baja de este pueblo se conservan un par de bordas en buen estado y otra más en la parte alta. El resto presenta un aspecto ruinoso. Unos carteles indican "Mirador de Cuello Burgasé"  y "Castellar por Vía Pecuaria", hacia allí nos dirigimos. 

  Por antiguos caminos de herradura enlazamos con la cabañera por donde ascenderemos cómodamente en dirección a Castellar (1.315 m.), emplazado en lo alto de una loma. Conforme nos aproximamos encontraremos muros de piedra muy bien conservados, delimitando la vía pecuaria. Pero los tapiales más llamativos los hallaremos en el mismo pueblo. Construidos mediante la técnica de piedra seca, sin argamasa, destacan por su altura y bella ejecución, con grandes bloques perfectamente engastados.

  Dos perros de aspecto fiero y poco amistoso nos reciben en la puerta de la iglesia de San Saturnino.  Menos mal que somos un grupo porque yendo solo no tiene que ser nada agradable encontrarte con estos animales gruñéndote a escasos centímetros de la pierna. Al poco sale la dueña y nos indica que no hacen nada, cosa que a mí no acabó de convencerme.

   Tras recorrer el pueblo bajamos por un sendero bastante difuso y espolvoreado de nieve hasta el cercano núcleo de Semolué (1.220 m.). Contemplamos la torre de la iglesia, cubierta de hiedra.  Lo más curioso es la techumbre, rematada por un casquete semiesférico de piedra construido mediante la técnica de aproximación de hiladas.

   Un burro tiene su corral al pie de la torre. Entramos para contemplar la cúpula desde el interior y observar por abajo esta interesante técnica constructiva.

  Mientras recorremos las ruinas del lugar nos acompaña el burrillo, trotando junto a nosotros y amenazando incluso con darnos algún mordisco.

   Regresamos a la pista y continuamos ahora en dirección a Cájol (1.348 m.).  Este pueblo, ubicado en la cabecera del barranco al que da nombre, está dividido en dos barrios. Una de las chimeneas echa humo. Vemos un huerto cultivado y otro edificio, la antigua escuela, que parece también habitado. Nos acercamos hasta la iglesia de San Salvador, cuya torre se yergue dignamente por encima de las ruinas.

  Continuamos después en dirección a la ermita de Santa Asunción, marcada en el plano a la altura de la “collada de Cájol”. Subimos por el bosque acortando una lazada del camino pero descubriremos que no merece la pena. En el track lo he rectificado dibujando un trazado más apropiado coincidiendo con la pista, para que sea más cómodo el recorrido como ya he comentado antes.

   Al alcanzar la collada (1.564 m.) encontramos una gran paridera (Pardina de Alseto) pero no hay rastros de la supuesta ermita. No sabemos si es un error del mapa y si realmente existió una ermita en este enclave. Aprovechamos para comer al sol junto al edificio. A poca distancia, al oeste, se alza la cumbre nevada del “Suerio”, que parece ser la máxima elevación de esta zona.

  Tras la comida continuamos hacia el sureste camino de Burgasé. Atajamos por un cortafuegos que recorre el cordal y que luego nos obligará a bajar por una pronunciada pendiente repleta de vegetación, con el “aliciente” añadido de estar cubierta de nieve. Este es otro de los tramos que he retocado en el track. He preferido seguir el trazado de la pista aunque sea un poco más largo.

  Burgasé (1.288 m.) fue “Cabeza del Municipio”, entidad que agrupaba a catorce poblaciones de La Solana. Recorriendo el pueblo se puede percibir que debió tener cierta importancia como capitalidad del valle. La iglesia conserva la espadaña en pie y destaca también un interesante esconjuradero de planta cuadrada junto a la entrada del templo.

  Un neorrural con acento extranjero está dando de comer a unos pollos. Charlamos un poco con él. Vive en una de las casonas principales, junto a la plaza y que está rehabilitando desde hace ya tiempo.

   Dejamos atrás Burgasé y hacemos una breve parada en la ermita de Santa Marina (1.233 m.). Nos asomamos al interior y comprobamos que actualmente tiene un uso poco espiritual, se utiliza de establo.

  Finalizaremos nuestro recorrido visitando una última población, Gere (1.100 m.). Entramos en la iglesia, bajo la advocación de San Pedro, semiderruida y utilizada como pajar y otros fines mundanos. Todavía conserva un ábside de estilo románico. Nos recibe de nuevo una perra que nos ladra de muy mala leche. Algunas ocas se unen al coro y comienzan a graznar como locas, creando una gran algarabía.

   Pronto aparece la dueña. Una chica joven nos saluda y apacigua al can. Nos acompaña mientras cruzamos el pueblo. Lo mantiene bastante adecentado y con el huerto bien cuidado. Charlamos brevemente con ella y nos despedimos. Se queda sola, cortando leña con las últimas luces de la tarde. Hay que ser fuerte, autosuficiente y con buenas dosis de autodeterminación para elegir vivir de esta forma.

   Continuaremos caminando por la pista que nos devolverá al punto de partida. La ruta de hoy ha sido diferente, nos ha permitido atisbar ligeramente la historia de este valle, condenada por el fantasma de un pantano. Recorriendo las calles vacías uno puede imaginar la nostalgia y el sentimiento de añoranza de las gentes que habitaron estos lugares.

  • Desnivel + acumulado: 814 m
  • Horario total: 7,5 h.  
  • Distancia recorrida: 23 km.


Salimos de Giral siguiendo los carteles que indican "Castellar por Vía Pecuaria"


Algunas bordas, pocas, están bien conservadas


Castellar, emplazado en lo alto de una loma


Bonitos y bien ejecutados tapiales en Castellar. Trabajaban bien


La cúpula de la torre de Semolué, construida con la técnica de aproximación de hiladas


El burro nos acompañó por las calles de Semolué


Cájol, un pueblo dividido en dos barrios


Comeremos junto a la Pardina de Alseto, con vistas al monte Suerio


Cotiella y Peña Montañesa


Burgasé visto desde el cortafuegos (tramo modificado en el track)


Por las calles de Burgasé


Iglesia de San Pedro en Gere

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martes, 19 de noviembre de 2013

Nabaín o Santa Marina (1.796 m.), circular desde Ascaso

Peña Montañesa, Cotiella y más lejos el Turbón amanecen teñidos de blanco

16 de noviembre de 2013,
  El sábado daban nevadas y decidimos buscar un objetivo sencillo y de poca altitud, algo alejado de la divisoria fronteriza. Nos desplazaremos hasta Ascaso, localidad dependiente administrativamente de Boltaña y que se emplaza  en lo alto de un alargado montículo en la margen izquierda del Ara (altitud 1.000 m.) 
  Recogemos a Rafa (freerider) en Sabiñánigo. Por la carretera de Fiscal nos dirigimos hacia Boltaña y unos 3 km. antes de llegar a esta población veremos un cartel a mano izquierda que indica "Ascaso". Una pista sin asfaltar en la mayor parte del trazado pero con el firme en buen estado sube haciendo lazadas durante casi 4 km.

   Aparcamos en un lado de la pista antes de entrar al pueblo. Una hilera de cinco o seis viviendas dispuestas al pie de una estrecha calle donde no caben vehículos constituye este pequeño núcleo. Tres casas están restauradas. Al fondo hay también una iglesia con un diminuto cementerio.

   Nada más bajar del coche contemplamos un curioso reloj solar pintado al fresco en la fachada de la antigua fragua, junto al lavadero. Desde allí comenzamos a caminar hacia el norte por una senda PR indicada como "Morillo de San Pietro”.                             

   Enseguida llegamos a un puentecillo de piedra sin pretil (cota 1.000 m.) que nos permite cruzar el barranco de Ascaso. Algunas pequeñas pozas con agua cristalina forman escalones en el cauce del barranco. En verano parecen un buen lugar para refrescarse durante la canícula.

     El sendero continua hacia el norte faldeando entre bojes y carrascas por laderas tapizadas de matorral. Iremos atentos porque en unos veinte minutos tendremos que desviarnos a la izquierda (cota 1.102 m.), y abandonar la comodidad del PR.

   Comenzaremos a ascender aprovechando el curso de un barranco seco. Resulta más cómodo caminar por el fondo rocoso, compuesto de placas de caliza rugosa, que por las laderas repletas de erizón y boj.

  Sobre la cota 1.200 abandonamos momentáneamente el barranco por la derecha para sortear un pequeño escalón.

  Seguiremos ganando altura buscando el trazado más cómodo, que suele coincidir con las placas y losas de roca, pues se encuentran libres de maleza. De vez en cuando nos detenemos para contemplar las vistas a nuestra espalda. Las cumbres de Peña Montañesa, Cotiella y el Turbón se muestran resplandecientes con las nevadas de la pasada madrugada.

   Sobre la cota 1.400 m. enlazamos con una senda que se dirige hacia el oeste. Los caminos están invadidos por el erizón y su trazado está muy desdibujado.

   Continuaremos ganando altitud en dirección noroeste. A veces nos topamos con retazos de sendero pero pronto se difumina entre el matorral y hay que guiarse por la intuición.

   Finalmente alcanzamos un cerro (cota 1.720 m.). Hemos ascendido ligeramente al norte para evitar unos cortados que se abrían por la izquierda. Descenderemos ahora hacia un amplio collado desde el cual podremos recorrer todo el cordal que nos separa del Nabaín.

   Un sencillo destrepe por un canal donde hay que apoyar ligeramente las manos nos deja en una ladera arbolada. Bajamos un poco más entre la vegetación y enseguida salimos al collado (1.690 m.). Estaremos un rato disfrutando de las vistas por el norte. El Cañón de Añisclo y las Sestrales ofrecen una atractiva estampa. Por detrás, muy blancas, sobresalen las Tres Sorores y las Tres Marías.

   Ponemos rumbo suroeste progresando por la cresta. Pronto vislumbraremos la cima de Santa Marina. Por su vertiente norte muestra un relieve escarpado, con cortados atravesados por fajas donde crecen algunos pinos. Pero antes de llegar tendremos que descender un par de veces y pasar por dos cotas intermedias.

   A la una del mediodía coronamos la cima del Nabaín. En lo más alto se conservan los restos de la ermita de Santa Marina. Parte de los muros permanecen en pie y en uno ellos han emplazado el vértice geodésico, ¿ya no había otro sitio para colocarlo?    

   Paramos a comer a resguardo del viento, disfrutando de las extensas vistas que ofrece esta cima: Tozal de Guara, Peña Canciás, Oturia, Sierra de Tendeñera, Macizo de Monte Perdido, Cotiella, Peña Montañesa, Turbón….

  Hace fresco así que no nos entretenemos mucho y comenzamos a bajar por la ruta normal, más corta y más marcada que el trayecto de ascensión. El sendero desciende hacia el sur por las proximidades de los cortados que caen hacia la cuenca del Ara. Mientras caminamos contemplaremos en el fondo del valle las localidades de Boltaña y Aínsa, con el embalse de Mediano en la lejanía.

  El horizonte hacia oriente está muy negro, y también Guara por el sur. Creo que hemos tenido suerte eligiendo esta ruta pues no ha llovido y hemos tenido buena visibilidad.

   Siguiendo el sendero y atentos a los mojones llegamos a Ascaso a las tres de la tarde. Antes de marcharnos damos una vuelta por el pueblo. Nos entretenemos con unos gatos lustrosos y juguetones que reclaman nuestra atención.  En la torre de la iglesia parroquial vemos otro reloj de sol, pero más sencillo y sin los adornos que presenta el de la herrería.

  • Desnivel + acumulado: 850 m
  • Horario total: 5 h.  
  • Distancia recorrida: 9 km.




Reloj de sol pintado al fresco en la fachada de la antigua Herrería. La "Ronda de Boltaña" lo menciona en una de sus canciones


Puente sobre el barranco de Ascaso


Este tramo de barranco está repleto de pozas


Abandonamos la senda para subir por el lecho rocoso de este barranco seco


Vamos mirando atrás para disfrutar de las vistas de las cumbres nevadas


Una solitaria carrasca en medio de las laderas repletas de erizón


Cardo morado


Sestrales y Tres Marías al fondo


Peña Montañesa y Cotiella. El día está gris y apenas se aprecian los colores.


Ya se adivina el corte del Cañón de Añisclo con las Tres Sorores y las Tres Marías nevadas a ambos flancos del lejano collado de Añisclo


El descenso de ese montículo del primer plano es el único punto donde se apoyan las manos en todo el recorrido. Se baja una pequeña canal de unos 3 metros muy sencilla


Elena por el cordal. La vertiente norte es mucho más abrupta. Cañón Añisclo al fondo


Elena y Rafa. La cima del Nabaín ya se ve al fondo


Ruinas de la ermita de Santa Marina, en la cima del Nabaín


Zoom a las Tres Serols y Tres Marías


Durante la bajada tenemos buenas vistas de Boltaña y el embalse de Mediano al fondo


Track del recorrido sobre mapa


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viernes, 15 de noviembre de 2013

Igea (La Rioja), circular por la Sierra de Peñalosa o del Quemado


Un lugareño cruza el puente romano regresando del huerto


10 de noviembre de 2013,

  Aprovechando una visita familiar por la Rioja decido escaparme la mañana del domingo para estirar las piernas y hacer alguna actividad al aire libre.

  Elijo un destino cercano para estar de vuelta a la hora de la comida. Esta vez me acerco hasta Igea (alt. 560 m.), población de la Rioja Baja ubicada en la margen derecha del río Linares. Curiosamente este río aparece como afluente del Alhama, aunque por entidad y caudal debería ser al contrario.

  En Igea existen algunos yacimientos paleontológicos con fósiles e icnitas, que resultarán interesantes para los amantes de los dinosaurios.

   Realizaré una ruta circular por la Sierra Peñalosa o del Quemado, una pequeña cordillera que se alza al norte del pueblo.

   Atravieso el centro del pueblo y bajo hasta el río para cruzarlo por una pasarela peatonal. Desde allí recorro un sendero que serpentea entre pequeños huertos. Las verduras de invierno, algunos nogales y diminutas parcelas con vides me acompañan en la primera parte del trayecto.

   Caminaré después por una pista forestal que se adentra en un pinar de repoblación y que me irá acercando a las faldas de la Sierra.

  Pronto abandono la comodidad de la pista y me desvío a la izquierda para ganar altitud rápidamente por un cortafuegos (cota 608 m.). Es la subida más pronunciada de toda la ruta, pero tampoco es muy larga.

  El cortafuegos atraviesa el pinar. La hierba seca, el terreno pedregoso y el matorral bajo es el hábitat ideal de algunos reptiles. A punto estoy de pisar una culebra de escalera. No es la primera vez que me pasa. Cualquier día me llevo un susto.

   En la parte alta enlazo con un pista que se dirige al oeste y que desciende hacia una amplia collada hasta confluir con una carretera comarcal. Cruzo el asfalto y dejo la carretera atrás. Pronto abandonaré de nuevo la pista y me desviaré al norte bordeando el pinar para ganar la parte alta de la Sierra.

   En lo alto de la cresta veo a un grupo de buitres que han establecido un posadero sobre unas grandes rocas planas. Más tarde caminaré por allí.

  Por una difusa senda gano altura y alcanzo el cordal de la Sierra de Peñalosa. Continuaré un buen rato por el lomo de la montaña, sorteando los riscos y caminando entre lascas cubiertas de matorral. Una mixtura de aromas de espliego, romero y tomillo se desprende con el roce de las botas.  Aliagas, brezos, jaras y enebros completan la vegetación arbustiva que adornan estos montes calcáreos azotados por el viento.

  Por mi derecha destaca el cercano Monte Yerga, repleto de aerogeneradores. A los pies del mismo veo la cercana población de Grávalos. El viento arrastra algunos tañidos de campanas que tocan a misa.

  Alcanzo la cumbre del Monte Quemado (853 m.), donde se emplaza un vértice geodésico y quizás por ello da nombre a esta sierra. No obstante, la máxima elevación se encuentra un poco más al oeste y hacia ella me dirijo. Tras algún sube baja alcanzo la cima del Castellar (924 m.)

  Hago un breve descanso, como unas pasas mientras oteo el horizonte y continúo caminando hacia poniente. Voy perdiendo altitud suavemente. Atravieso un rellano baldío, repleto de matorral bajo y hierba agostada. Justo enfrente se recorta la inconfundible silueta de Peña Isasa, que me acompaña desde hace rato.

   En el paisaje comienzan a aparecer encinas. Tras un breve ascenso alcanzo un montículo donde se levanta un gran hito de piedras de más de dos metros de altura. Enlazo ahora con otra pista forestal e incremento el ritmo de mis pasos animado por la comodidad del firme.

   La pista bordea la cabecera del barranco de Iruela, entre pinos y carrascas, y poco a poco irá girando al Este. Al alcanzar las estribaciones más occidentales de la Sierra todavía tendré que ascender unos metros para coronar el punto más alto del día, el Puntal de la Balsilla (927 m.)

   Desciendo ahora por una especie de cortafuegos hasta confluir con un largo y bien trazado sendero que me llevará hacia Igea por las laderas de la margen orográfica derecha del barranco de Iruela.

   En los montes aledaños oigo disparos, aunque parece que están lejos. Seguramente están cazando zorzales.

  Sobre la cota 600 m. me llama la atención un pequeño y antiguo acueducto de piedra en buen estado de conservación. Ingeniosa construcción que permitía a una acequia salvar el barranco.

   Pronto caminaré de nuevo a orillas del Linares, junto a esmerados huertos. Las amarillentas hojas de los chopos de ribera y los fresnos le dan un toque otoñal al paisaje. Los almendros, olivos  y vides  nos recuerdan que estamos en un clima mediterráneo, con acusados contrastes climáticos y poca pluviosidad.

   Llegando al pueblo cruzaremos el río por un antiguo puente romano. Otro senderillo entre bancales nos conducirá al casco urbano. Al acercarnos podremos observar las cuatro plantas de galerías con arcos de medio punto de estilo florentino del “Palacio del Marqués de Casa Torre”, un edificio sorprendente por sus dimensiones en un pueblo tan pequeño.

  • Desnivel + acumulado: 704 m
  • Horario total: 3 h. 46 min.  
  • Distancia recorrida: 19,8 km.



Palacio del Marqués de Casa Torre, en Igea


Posadero de buitres en la Sierra de Peñalosa


Grávalos y el Monte Yerga


Peña Isasa al fondo


Subiendo al Puntal de la Balsilla


Chopos y vegetación de ribera junto al río Linares


Puente romano de Igea


Estamos en zona de icnitas y fósiles de la era de los dinosaurios


Track en Google


Mapa del recorrido





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