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viernes, 26 de julio de 2013

Escocia: Castillo Tioram y Silver Walk, circular


Esta escena le resultará familiar a quien haya visto las películas de Harry Potter, el "Hogwarts Express" de camino al Colegio de Magia. Pues el tren existe, es el "Jacobite", y el viaducto es el "Glenfinnan"

23 de junio de 2013,

   Frente a Fort William, en la otra orilla del Loch Linnhe, se extiende una gran península de relieves ondulantes, escasamente poblada. En el mapa veo que hay una carretera que permite circunvalarla. Buscando por internet descubro que en uno de los recovecos que hace el mar en la costa occidental se pueden visitar las ruinas de un castillo y además existe un pequeño recorrido circular de senderismo que tiene buena pinta.

   Por otra parte nos había llamado la atención que todos los días por la mañana partía de Fort William un antiguo tren de vapor cargado de turistas. Indagamos un poco y nos enteramos que ese tren, conocido como “The Jacobite”, lo utilizaron en algunas escenas de las películas de Harry Potter, rebautizado en la ficción como el “Hogwarts Express”.

   El tren atraviesa durante su trayecto el viaducto “Glenfinnan”, que precisamente nos cae de paso en nuestra excursión de hoy. Echamos cuentas y calculamos que el tren cruzará el viaducto poco antes de las 11:00. Así pues organizamos el viaje para estar en Glenfinnan antes de esa hora y así hacer alguna foto justo cuando pase el tren.

   Llegamos justo a tiempo. Una senda permite ganar altura hasta una loma para hacer fotos desde una perspectiva elevada, con buenas vistas sobre el viaducto. El tren llega con puntualidad británica, haciendo sonar el silbato y con la caldera a pleno gas, desprendiendo una gran nube de vapor blanco.

   Tras esta breve parada continuamos nuestro viaje. Nos internamos en la península. La carretera es estrecha pero se puede conducir con mucha tranquilidad, apenas encontraremos tráfico. Iremos atentos para coger el desvío a Doirlinn-Castle Tioram, a mano derecha. La nueva carretera, si cabe más estrecha, finalizará a los pocos kilómetros en un aparcamiento junto a la costa, a escasa distancia del Castillo.

   La marea está baja y podemos cruzar sin dificultad hasta la isleta del castillo. Nos acercamos para ver las ruinas. Están restaurando los muros y el material de obras le quita encanto al entorno.

   Llueve y hace un viento bastante frío. Elena prefiere quedarse por los alrededores del castillo mientras yo hago la ruta circular que se inicia allí mismo. Es un recorrido corto pero realmente bonito, una pena que Elena no haya querido acompañarme. Caminaré rápido y lo completaré en menos de hora y media.

  Cerca del castillo un cartel señala el comienzo del sendero, conocido como “The Silver Walk”. La senda se eleva ligeramente y comienza a bordear los acantilados. No tiene ninguna complicación pero hay que caminar sin despistarse porque en algún punto concreto un tropezón podría tener fatales consecuencias.

   Las vistas durante el recorrido son fantásticas. Caminamos entre una frondosa vegetación pero con vistas al mar, que podremos contemplar a nuestra izquierda desde cierta altura.  Algunas pequeñas islas vestidas de árboles adornan el horizonte.

   La senda desciende en una caleta hasta el nivel del mar y de nuevo comienza a elevarse. Iremos atentos entonces a una bifurcación donde tendremos que desviarnos hacia la derecha. De esta forma ganaremos altura por la ladera en dirección a la parte alta de las colinas.

   La exuberante vegetación da paso a un terreno más áspero y ralo, un páramo. Caminaremos por una elevada meseta hasta toparnos con un agradable rincón que esconde pequeñas lagunas rodeadas de árboles.

   Sigue lloviendo ligeramente y el terreno está totalmente embarrado. Continuamente voy dando saltos intentando evitar el fango. Menos mal que las botas son impermeables.

   Poco antes de comenzar a descender encontraremos un lago represado. Lo bordearemos por la derecha, por un estrecho sendero invadido por los helechos. Tras superar la pequeña presa comenzaremos a perder altura. Caminaremos por un bosquecillo de robles junto a una tubería recubierta de musgo. Al fondo aparece de nuevo el mar.

   La senda bordea una vivienda de color celeste, ya muy cerca de la carretera. Evitaremos el asfalto y descenderemos atajando por una pista de tierra, hasta alcanzar la costa. Giraremos entonces a la derecha, y caminado junto al malecón regresaremos enseguida al parking.

  De nuevo en el coche, durante el viaje de regreso, mientras recorremos la escénica carretera que bordea la península, haremos una última y breve parada a orillas del Loch Sunart. Queremos visitar un observatorio de fauna natural.

    Un cartel en la carretera indica “Garbh Eilean Wildlife Hide”. Encontraremos un pequeño parking y una senda que nos conduce a unas pasarelas de madera que desembocan en el observatorio, una cabaña de madera bien acondicionada (hasta prismáticos de uso libre tienen). Merece la pena detenerse aquí un rato. Observando con cautela pueden verse focas. Nosotros pudimos ver a cuatro de ellas que descansaban en la playa de una isla cercana.

  • Desnivel + acumulado: 225  m. 
  • Horario total: 1,5 h. 
  • Distancia recorrida: 6,8 km.  
  • Zona: Fort William, Ardnamurchan



Algunos ciervos rojos cerca del viaducto Glenfinnan


El Castillo de Tioram con la marea baja


El sendero "Silver Walk" transita sobre los acantilados al borde del mar


El contraste del llamativo verde con el agua le da encanto al recorrido


Algunas pequeñas islas repletas de árboles 


Exuberancia


Ganando altura y alejándonos momentáneamente del mar


En las colinas nos esperan bonitos rincones con pequeños lagos


El lago represado antes de comenzar a descender


El musgo invade la senda de bajada


Una casa con buenas vistas


Alcanzamos el rompeolas y el Castillo aparece al fondo de nuevo


Durante el regreso pudimos ver unas focas descansando en la orilla


Track del recorrido en Google





2 comentarios:

Eduardo Pardo dijo...

Menudo lugar más increíble, da gusto caminar por esas zonas. Me ha resultado curioso lo de los prismáticos, en España, antes de dejarlos en el observatorio, ya se los habrían llevado, saludos

David Naval dijo...

Hola Eduardo,
Yo también pensé lo mismo Eduardo. No quiero ser mal pensado pero aquí lo más probable es que se hubieran llevado los prismáticos, y el observatorio lo hubieran llenado de pintadas.
Saludos.

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